¿A qué estamos acostumbrados?

Hace poco me comentaba alguien lo gratamente sorprendido que estaba porque una dependienta le había tratado con amabilidad… Lo cierto es que al principio me alegré por él y casi al acabar la frase no pude evitar hacer la siguiente reflexión:
¿A qué estamos acostumbrados que cuando alguien nos trata bien o nos atiende con amabilidad, nos sorprende y se convierte en una feliz anécdota?
Según la Real Academia Española, “anécdota” es:

  1. f. Relato breve de un hecho curioso que se hace como ilustración, ejemplo o entretenimiento.
  2. f. Suceso curioso y poco conocido, que se cuenta en dicho relato.
    Después de que sucediera esto, me propuse observar las relaciones que se pueden tener en cosa de minutos o segundos entre seres humanos: la panadera, el señor que te pregunta la hora, alguien que busca una dirección, un niño en el metro, alguien de la cola del mercado…
  3.  

¿Cuántas barreras e interpretaciones hacemos cuando interactuamos con otro ser humano desconocido? ¡Muchísimas! Pero aun así, aun cuando vamos con el corazón abierto y la máxima calma, nos seguimos sorprendiendo de los gestos amables o del cariño que recibimos de la gente.
Esto nos puede llevar a plantearnos que -incluso en nuestros círculos más cercanos- recibamos o demos un trato en ocasiones no tan amable. Podemos analizar nuestra actitud con los demás, incluso con los que ni siquiera pretendemos tener una relación.

  • ¿Cómo te muestras al pasear por la calle?
  • ¿Cuál es el tono que usas cuando te diriges a los demás?
  • ¿Qué refleja tu rostro cuando sales al exterior?
  •  

¿Qué tal sería practicar aquello de “hoy me rodearé de amabilidad y cariño tanto para darlo como para recibirlo”?


No es estar pendiente de los demás, sino de nosotros mismos y ver a qué es a lo que me quiero acostumbrar de ahora en adelante. El cambio es posible y más sencillo de lo que piensas.

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