África solidaria, mi experiencia en Gambia

La sonrisa de África es una ONG de Gambia cuyo trabajo y dedicación me emocionaron profundamente. Allí, tuve el inmenso placer de formar parte de su día a día dando apoyo y recibiendo muchísimo más.

 

Mi experiencia en Gambia me sirvió para conocer las raíces más profundas de su sociedad. Vimos los dos extremos del país: la parte más turística y también la más dura. Sobre la parte turística os diré que Gambia es precioso. Tienen fantásticos paisajes, árboles, animales y lugares de gran cantidad de colores. Lo cierto es que no me voy a olvidar de esa tierra roja, rodeada de tan frondosa vegetación, con la escala de verdes más amplia que he podido llegar a ver. Francamente se trata de un contraste espectacular, es como adentrarse en una magnífica paleta de un pintor, con colores intensos, bravos y vivos. Vimos toda clase de insectos de tamaños extraordinarios, desde el temible mosquito a las miniranas venenosas, así como arañas del tamaño de un palmo, que la verdad es que no me hicieron nada de gracia. Además, también nos topamos con chimpancés, hipopótamos, monos vervet y babuinos. Todos, viviendo libres en su hábitat natural: ¡Impresionante!


Por otro lado, recorrimos la escuela de Bekoteh y visitamos la zona de Manjai. Allí, conocimos a María, la hija de la ONG donde trabaja Luis. Estuvimos con ellos conociendo sus costumbres, viendo jugar a los niños, viviendo su día a día. Lo que más me sorprendió, de nuevo, fueron los contrastes. Por un lado, la inmensa suciedad y falta de higiene de sus hogares y, por otro, su majestuosa hospitalidad. Aunque viven muy precariamente, lo poco que tienen te lo dan y te ofrecen lo mejor que poseen, ya sea su única silla entera o sus dos vasos de té, siempre acompañados de su sonrisa.


Más tarde tuvimos la oportunidad de acompañar a Luis a llevar a unos cuantos niños al hospital. Justo al partir hacia el Help Center, un niño trajo en brazos a su amigo Talatu de cinco años con un pie carbonizado. Al verlo, Luis no pudo comprender por qué no lo habían traído antes… Supongo que hay que entender que, para los gambianos, cuando alguien se hiere suele recibir la cura del chamán del pueblo y, aunque quisieran acudir al hospital, no pueden asumir el precio del desplazamiento y los servicios. Así pues, pusimos rumbo al hospital.


Al llegar al Help Center de Bakau, dos personas tuvieron que sujetar a Talatu mientras les sacaban la piel quemada, ya que el pobre niño se retorcía de dolor. Sus gritos eran de desesperación, le arrancaron su piel calcinada tan solo con algodón y alcohol a quemarropa, dejando al descubierto su carne viva. La enfermera parecía no tener conocimientos ni alma, ya que ni siquiera era capaz de mostrar un mínimo de humanidad por ese pequeño niño. Tras esa horrible situación, le malpusieron unas vendas y lo mandaron para casa. Ese día experimenté el mayor sufrimiento de un niño. Sentía dentro de mí el dolor de Talatu y me estremecía. Incluso Luis, creedor de haberlo visto todo, estaba destrozado.


A las pocas horas, Talatu salió de ese estado de shock y recibía el primer regalo de su vida: un camioncito de juguete que Luis le regaló por ser tan valiente. De nuevo la carita de Talatu se llenaba de una sonrisa y su mirada volvía a brillar. ¡Dios mío qué fortaleza! No tengo palabras.


Sé de todo corazón, que esta es la experiencia más reveladora que he vivido en África. Más incluso que repartir arroz a familias hambrientas que apenas tienen un lugar dónde dormir. Ese 12 de noviembre comprendí lo que tantas veces se escucha en Gambia: África es así y esto es lo que hay.

En mi opinión: grandes extremos, grandes aprendizajes, grandes vivencias y mucho por hacer.


Gracias Luis, gracias a las personas maravillosas que me acompañaron en el que, de momento, es el viaje de mi vida. Guardo un recuerdo muy especial de cada uno, Zuby, Yoly, mi querida Àngels y en especial a Xavi quién sigue haciendo posible este y muchos otros sueños. Gracias a todos los niños y en especial a Talatu y María, a quiénes recuerdo todos los días.
Os dejo un vídeo de la experiencia, inolvidable se queda corto.

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